
Mezcla de circo y teatro con música. Así podemos definir el concierto que los californianos Green Day ofrecieron en el Palacio de los Deportes de Madrid con motivo de su particular '21st Century Breakdown Tour' donde presentaron las canciones de su octavo trabajo discográfico en formato largo, 21st Century Breakdown (Reprise Records, 2009). Vale que no fuésemos a un concierto dentro de una de sus triunfales giras de principio de los '90 con parada en el mítico CBGB neoyorkino, si bien, tampoco esperábamos la alternancia de gritos de adolescentes enloquecidos con los cánticos más propios de una celebración futbolera. Pero bueno, salvados los contras que tiene asistir a un concierto de "punk" en este nuevo siglo donde priman las redes sociales y los móviles de última generación por encima de estética y estilo musical, daremos un punto a favor al grupo encabezado por los curtidos Billie Joe Armstrong (voz y guitarra), Mike Dirnt (bajo y coros) y Tré Cool (batería) y completado en directo por unos buenos músicos como son Jason White (guitarra y coros), Mike Pelino (guitarra), Jason Fresse (teclado, acordeón y saxofón) y Ronnie Blake (trompeta). En lo visual, todo muy bien, muy bonito y muy cuidado. Luces por aquí, decorado lumínico por allá, petardos, confeti de colores, humo, pistolas de agua gigantes, lanzamientos de camisetas, rollos de papel y todo atrezzo visual que uno pueda imaginar dentro de un concierto, sí, de "punk". Porque lo que unos se empeñan en calificar como "punk", también ahora "ópera-punk", otros lo llamamos pop-punk o "cómo bajarte los pantalones para vender millones de discos sin que nadie quiera darse cuenta". Vale que nunca han sido unos Social Distortion, unos Buzzcocks o unos The Replacements, si bien, por muchos son considerados uno de los "creadores" del género. Sus nuevas canciones sonaron flojas, si bien, los allí presentes las cantaban con la misma desgana o incluso menos fuerza con la que el grupo las interpretaba. Y por si no fuera poco, la más conocida entre la chavalada asistente no era ningún clásico, sino el nuevo y coreable single '21 Guns', donde las grabaciones de móviles sustituyeron a las llamas de los mecheros de antaño. Y eso no es lo peor, pues cuando pensábamos que podríamos escuchar y disfrutar clásicos del grupo como 'Welcome To Paradise', 'Basket Case', 'She', 'Brain Stew', 'Long View' o 'Hitchin' A Ride', llegó el gran frontman (porque, a pesar de todo, hace muy bien su papel), se puso a hondear los brazos de lado a lado, a vitorear los "oe, oe, oe, oeee" (¿cuántas veces lo hizo? ¿20 por lo menos?), a sacar a gente a cantar y a destrozar canciones que han hecho grande al grupo frente a las nuevas que les están haciendo simples e insípidos (en lo musical, claro, que no en lo comercial). Por salvar algo, siendo generosos, nos quedamos con el derroche de energía de la banda y con el joven que sacó Billie para que, con su guitarra, interpretase los riffs del 'Jesus Of Suburbia' de manera más que notable. Y bueno, también el paripé en forma de medley que tocaron del 'Break On Through' de The Doors, 'Stand By Me' de Ben E. King, Satisfaction de Rolling Stones y 'Shout' de los Isley Brothers. Poco más que destacar, sinceramente. Demasiado show, falta de clásicos y un gran derroche de energía durante las más de dos horas de actuación. Esto no es punk, es pop.
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